jueves, julio 01, 2010

MON.(Barcelona).







Es otro restaurante nuevo en el panorama gastronómico barcelonés que no había tenido la oportunidad aun de visitar.
Después de un largo curriculum profesional (El Celler de hace 20 años, Can Fabes, Roig Rubí, Escribá, Jean Luc Figueres y Acontraluz como jefe de cocina) , Jordi Barba decidió, hace unos meses, montar su negocio propio en el ensanche barcelonés.
El sitio es muy acogedor y sobretodo tiene la inmensa ventaja de ser un espacio sin humo. Se anuncia con valentía en la misma puerta. Pero esto no impidió ese jueves pasado al mediodía que la pequeña sala casi se llenara de clientes.
Es cierto que eran casi todos menús de mediodía (15 €), cuyos platos tenían, por cierto, muy buen aspecto. Oía los comentarios de las mesas vecinas y los repetidos “¡Qué bueno!” que acompañaban la llegada de cada plato.
Tuve que insistir para obtener la hoja del menú degustación. Parece que el camarero no estaba acostumbrado a que se le pidiera. Al final, ante las dificultades de podérmelo ofrecer, llegamos a un acuerdo sobre medias raciones de platos de la carta que podría elegir yo mismo. Mejor aun.
La cocina de Jordi Barba es el reflejo de los restaurantes por los que ha pasado. Cocina catalana moderna, actualizada a finales de los 80 y principio de los 90, pero sorprendentemente vigente todavía en estos días.
En los platos que comí, ni siquiera percibí algún guiño a las nuevas tendencias culinarias. Ni nuevas texturas, ni toques lúdicos, ni ninguna pretensión de sorprender. Una cocina agradable y sencilla, sabrosa y elegante pero bastante sobria.
No tuve el gusto de conocer al cocinero. Jordi Barba es de los que se quedan en su cocina, y muy bien que hace.
También me gustaría resaltar lo razonable de la cuenta.

A la noche, menús degustación a 27,50 € (4 platos) y 45,50 € (6 platos).



El menú empieza con un aperitivo de mozzarella con tomate concassé y albahaca bastante insípido.



La cosa mejora con la sopa de melón cantaloup con gambitas, brunoise de pepino y gajitos de cebollitas encurtidas. Agradable pero faltaba frío a la sopa. Las sopas frías se tienen que servir siempre MUY frías y no simplemente fresquitas.



Muy buena la terrina de cap-i –pota con pimentón de la Vera, con brunoise de encurtidos (base de tártara) y un bouquet de escarola con daditos de butifarra negra. Una construcción de plato muy “años 80-90”.



Excelente el bacalao, en su punto de sal y de cocción, con un caldo de romesco blanco, servido sobre un guiso de tripa de bacalao con tomate y pimentón. El mejor plato del menú. Las navajas no molestaban pero tampoco aportaban nada al plato.
El camarero se sorprendió que le pidiese una cuchara… Todo plato mínimamente caldoso (y ese lo era, y mucho) se tendría que servir con cuchara.



Me gustó también el pecho de cordero asado/guisado servido con patatas torneadas salpicadas de algunas hebras de romero fresco. Carne pobre para un plato rico.



Ensalada de fruta con helado de naranja y bastoncitos de pan de especias. Como postre refrescante, tal vez le faltaba una sopa bien fría de alguna fruta o té-limón, o algo de este estilo, y limitar el pan de especias (que me encanta pero que es dulzón y muy cálido) a unos simples daditos de contrapunto.



Interesante el bizcocho al aceite de oliva (excelente) con chocolate, crema de yogur y granizado de cereza. Una pena que el granizado llegase a la mesa deshecho con la consecuente pérdida de temperatura y de textura “crujiente”). En estos días de verano (y no solamente de verano) ¿cuántos helados, sorbetes y otros granizados nos llegarán medio derretidos a la mesa? Pues en las mismas proporciones que los platos “calientes” que nos han llegado apenas tibios a nuestra mesa durante el invierno.
El respeto a las temperaturas correctas de servicio de los platos es una de las asignaturas pendientes de nuestras cocinas. Un parámetro culinario tan importante como la cocción o la condimentación de una preparación.
Descarté probar los petits fours que pretendían ofrecerme. Iban a llegar después del café. A riesgo de ponerme pesado, insisto también con este tema. Las fruslerías dulces deben llegar a la mesa ANTES del café.
Los que me leen saben que todas estas pequeñas críticas, que pueden parecer perogrulladas, no van dirigidas a la cocina de Món en particular. Son extensivas a más de la mitad de los sitios que visito.
En este caso, sólo puedo repetir lo que he dicho antes. Estamos antes de una cocina sencilla pero muy sabrosa,



con una relación calidad/precio excelente. Recomendaría el menú de 15 € para el mediodía y la carta o los degustaciones para la noche.
Y otra vez mi enhorabuena por adelantarse a la futura ley y no permitir fumar.

MÓN
c/ Provença nº 93
93 410 64 54
Cerrado domingo y lunes.

3 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Buenooo, qué gusto encontrar un sitio donde sabes que vas a poder disfrutar de la comida sin humo... Ya queda menos...
Como siempre, gracias por la info. Tambien la económica. No es lo mismo comer bien a un precio desmadrado que a un precio aceptable. Y menos en estos tiempos...

7/03/2010 1:25 a. m.

 
Anonymous In the mood for food ha dicho...

Hola Philip,
Me recomendó tu blog Sergio Torres del Dos cielos y desde entonces lo sigo con entusiasmo. Quería invitarte a mirar mi blog www.inthemoodforfood.es y decirte que te he añadido a mi blogroll.
Gracias!
Lisi

7/06/2010 10:57 a. m.

 
Blogger Philippe Regol ha dicho...

Gracias a ti por tu interés, Lisi!

7/06/2010 11:26 a. m.

 

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