En un restaurante de playa cuyo nombre ......
Luego dirán que la cocina creativa es cara. Lo caro es la cocina vulgar servida con desidia por camareros (generalmente de edad avanzada) , agarrados a su puesto. Te acogen perdonándote la vida, sin una sonrisa, sin una frase amable. Te sientan en una mesa mal iluminada, con un mantel rojo burdeos y vienen a pasar comanda con desgana y gestos de rutina.
Al leer la carta, te entran las dudas. Pedir los platos que son susceptibles de gustarte o evitar los peligros que, lo sospechas, pueden ser numerosos. Platos que parecían pertenecer al pasado, “decoraciones” dignas de la cocina de España Directo o peor aun del cocinero Santamaría, pero el de Rota que sale en el Intermedio de La Sexta.
Se suele llamar cocina” internacional”. Es la que se puede encontrar en Benidorm o Salou , pero que en este caso te encuentras en una playa del País Vasco…. Ninguna tierra se salva, por mucha historia gastronómica que tiene, de la mediocridad culinaria.
Las mollejas de cordero podía parecer un plato de alto riesgo. Lo reconozco. Pero me lanzo. Cocina de la repetición :
cincuenta mollejitas fritas en aceite dudoso sobre un “lecho” de setas de cardo con sabor a chamuscado ( a veces una plancha sucia tiene estas cosas…).
La carta de postre no existe pero al oír el camarero desgranar una lista de helados de fabricación incierta y de gustos aburridos, me decanto por una piña natural. Con esta elección, no podré fallar. La piña llega con sus manchas marrones, en el mismo estado que la carambola de la ensalada.(lo siento , no me dio tiempo hacerle una foto). El camarero ha lanzado el plato en la mesa y se dio la vuelta rápidamente. Justo me da tiempo de llamarle y enseñarle el plato. “Está madura” será su respuesta. Viendo mi indignación, accede a cambiármela.
La Guía Roja otorga dos tenedores a este restaurante y dice :” Negocio con personalidad propia. Posee un luminoso comedor con mobiliario castellano, una cafetería marinera y una agradable terraza, así como una excelente bodega”. De cocina , no se habla.
Pero, señores de la Michelín, ¿no habíamos quedado que la cocina era lo más importante?
Por el precio de está cuenta, podrían comer dos personas en L’Embat de Barcelona.
Evidentemente no tengo la intención de nombrar este restaurante de la costa vasca que, en el fondo, en sí, no me importa. Este pequeño post es sólo un pretexto para que sepamos apreciar a estos jóvenes cocineros de Barcelona (es la realidad que más conozco), que luchan para hacer menús degustación atractivos por 30 o 40 €.
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2 comentarios:
Bueno, y de seta de cardo (Pleurotus eryngii), ni flores, Philippe. Son industriales y gomosas setas de concha (Pleurotus ostreatus).
7/10/2009 7:36 a. m.
Gracias por la precisión. Es la seta de cultivo que llamamos en Cataluña "gírgolas".
7/10/2009 7:59 a. m.
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