L'OBAC.hotel La Mola. (Terrassa).
LA SABROSA COCINA DE PROXIMIDAD DE ÁRTUR MARTÍNEZ AHORA TAMBIÉN EN EL HOTEL LA MOLA
Ártur Martínez en la sobremesa
Cristóbal Pío y Jordi Ferruz.
David Ruiz
“Una oferta ecológica de productos saludables en un oasis gastronómico de cercana evasión” Esta frase de Ártur Martínez sirve de frontispicio a su proyecto de gastro-asesoramiento del complejo hotelero LA MOLA, Hotel y Centro de Conferencia, situado a unos minutos del centro de Terrassa.
El chef insiste en que esta colaboración con el hotel ha sido decidida unos meses antes de que la michelín posara su mirada sobre su pequeño restaurante escondido en una humilde barriada de esta ciudad industrial en vía de trasformación.
Situado cerca de un campo de golf y en los albores del parque nacional de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, este hotel, gracias al diseño arquitectónico de Fermín Vázquez, pretende integrarse en la naturaleza y ofrecer una propuesta sostenible llena de paz centrada en el rendimiento ejecutivo dedicado al mundo empresarial.
Pasé la noche en el hotel. Habitaciones muy confortables con vistas a la naturaleza, sin lujos innecesarios y a precios muy razonables (120 € la noche).
El chef insiste en que esta colaboración con el hotel ha sido decidida unos meses antes de que la michelín posara su mirada sobre su pequeño restaurante escondido en una humilde barriada de esta ciudad industrial en vía de trasformación.
Situado cerca de un campo de golf y en los albores del parque nacional de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, este hotel, gracias al diseño arquitectónico de Fermín Vázquez, pretende integrarse en la naturaleza y ofrecer una propuesta sostenible llena de paz centrada en el rendimiento ejecutivo dedicado al mundo empresarial.
Pasé la noche en el hotel. Habitaciones muy confortables con vistas a la naturaleza, sin lujos innecesarios y a precios muy razonables (120 € la noche).
Desde las ventanas del hotel, se ve el Mas Bonvilar donde se realizan los banquetes de los grandes eventos que asesora también Ártur pero que dirige el chef Cristóbal Pío.
Comí evidentemente en L’Obac , el restaurante gastronómico del hotel. Ártur me explica que es donde cocina sin presiones, haciendo una cocina sencilla pero con clara dimensión gastronómica enfocada hacia el cliente exterior al hotel. Reamente no tan tan sencilla. En todo caso es riquísima.¡ Bienvenida sea la cocina sin presiones! El marco es muy agradable y una terraza está a punto de abrir con una auténtica oferta de carne a la brasa y, a la noche, de coctelería. De momento está el gastrobar Sòfora con su oferta de cocina informal.
Pero hablemos de los deliciosos platos de L’OBAC diseñados por Ártur y cocinados por Jordi Ferruz (ex Mugaritz). Sorpresa muy agradable. Hice una comida fantástica.
Se me hizo probar el menú degustación de 35 € pero alargado por un par de platitos.
Comí evidentemente en L’Obac , el restaurante gastronómico del hotel. Ártur me explica que es donde cocina sin presiones, haciendo una cocina sencilla pero con clara dimensión gastronómica enfocada hacia el cliente exterior al hotel. Reamente no tan tan sencilla. En todo caso es riquísima.¡ Bienvenida sea la cocina sin presiones! El marco es muy agradable y una terraza está a punto de abrir con una auténtica oferta de carne a la brasa y, a la noche, de coctelería. De momento está el gastrobar Sòfora con su oferta de cocina informal.
Pero hablemos de los deliciosos platos de L’OBAC diseñados por Ártur y cocinados por Jordi Ferruz (ex Mugaritz). Sorpresa muy agradable. Hice una comida fantástica.
Se me hizo probar el menú degustación de 35 € pero alargado por un par de platitos.
Tal vez se tenía que haber empezado el menú por la “brandada” de salmón de Alaska con encurtidos y daditos de salmón a la soja. De hecho se trataba de una espuma de sifón, algo inconsistente. Con un buen producto como este, creo que se le daría más protagonismo con una auténtica brandada.
Se empezó pues con un platito realmente sustancioso: guisantes del Maresme con butifarra “tarragada”, elaboración porcina recuperada por Ártur y un charcutero de Terrassa. ¡ Qué jugo! Un par de cucharas de este néctar se merecería ya el viaje a L’Obac…
Muy agradable el gazpacho de remolacha con una pequeña ensalada de judías del ganxet y presencia testimonial de buey de mar. Igual se debería buscar un producto más humilde para garantizarle un mínimo de presencia. Siempre pienso en estos casos en los olvidados y sabrosos mejillones de roca.
Riquísima la sopa de calabacín ( se debería buscarle un color verde más pronunciado: cebolla rehogada en mantequilla, tirando a rubia, parte blanca del calabacín rehogada, y al último momento antes de mojar con un caldo, rehogar un par de minutos la parte de la piel del calabacín.). Pero reconozco que estaba muy muy buena con sus tropezones de cigala envueltos en panceta ahumada y las “perlas” de agar con parmesano.
Muy sabrosa también la terrina de carnes de cocido con frutos secos. Iría perfecto con un pequeño bouquet de hierbas (cebollino antes que eneldo...etc) bien aliñado y servida en un plato blanco. Cortar a cuchillo, aunque se trate de una materia relativamente tierna como es el caso, es siempre desagradable.
Me encantó también el pez mantequilla (“bacalao negro”) con unas espinacas “a la catalana” salteadas en crudo con pasas, piñones, láminas de ajo frito y un toque de salsa cremosa al PX. Cocción perfecta. Espectacular jugosidad grasa del pescado. Otro plato que detrás de la sencillez, esconde una sensibilidad y una reflexión sobre lo que tiene que ser un buen plato de bistrot “ moderno”.
¡Qué mano tiene Ártur con la cocina del cerdo! ¡Cómo consigue trasmitir sabor a esta simple textura! Buenísimo realmente el pie bien lacado con un guisito de garbanzos del Vallés y colmenillas.
¡Qué mano tiene Ártur con la cocina del cerdo! ¡Cómo consigue trasmitir sabor a esta simple textura! Buenísimo realmente el pie bien lacado con un guisito de garbanzos del Vallés y colmenillas.
Agradable la sopita de frutos rojos (me sobraban los que estaban liofilizados) con un bizcocho de chocolate.
Muy rica la espuma de yogur, con gelatina de piña y granizado y bizcocho al romero.
Un detalle que agradezco: las aguas se mantuvieron en cubitera durante toda la comida.
Al menos que el cliente exija agua a temperatura “natural” (nunca he sabido muy bien cuántos grados son…), el agua se debería mantener siempre en fresco hasta al final de la comida.
David Ruiz, el camarero que acompaña a Ártur desde hace años, me propuso unos vinos a la copa, que complieron perfectamente su función.
Un detalle que agradezco: las aguas se mantuvieron en cubitera durante toda la comida.
Al menos que el cliente exija agua a temperatura “natural” (nunca he sabido muy bien cuántos grados son…), el agua se debería mantener siempre en fresco hasta al final de la comida.
David Ruiz, el camarero que acompaña a Ártur desde hace años, me propuso unos vinos a la copa, que complieron perfectamente su función.
Degustación de 4 platos, 1 postre a 35 €
Carta. Primeros entre 10 y 14 €. Segundos entre 12 € y 14 €
Abierto desde hace sólo unos días.
L’OBAC
Hotel La Mola
Camí dels Plans de Can Bonvilar s/n.
93 736 72 67
ABIERTO CADA DÍA.
10 comentarios:
Yo también pasé por allí un par de semanas antes y lo del salmón metido en un sifón fue un sacrilegio, una maniobra inncesaria para acabar destrozando un buen producto. En cuanto al gazpacho de remolacha, sólo fui capaz de dar un sorbo- era pura agua de color rosa con ajo- y las judías del ganxet estaban sequísmas. Eso si, la carne de la barbacoa tenía su gracia, la gamba de Palamós pasable y la mañana era magnífica y la terraza merecía un viaje aunque sólo fuera para acabar comiendo pan con tomate y jamón entre amigos.
4/29/2011 5:16 p. m.
Estarían en pruebas ya que el restaurante lleva una semana inaugurado, me parece. El gazpacho de remolacha tenía potencia y la judías estaban bien. No se apreciaba el buey de mar.
La sopa de calabacín y el pie, espectaculares.
4/29/2011 6:18 p. m.
¿Barbacoa? ¿Gamba de Palamós? En su carta no tienen nada de eso. Inés, no te referirás a la inauguración. Un acto en el que acudieron invitados gratuitamente, todo en formato aperitivo y de pie...Eso no es bien bien lo mismo...digo yo.
4/29/2011 11:47 p. m.
Creo que era el día de la inauguración. Yo no pude ir. No sé donde estaría (¿Madrid?)
4/29/2011 11:54 p. m.
Sólo puedo decir que he comido muy bien. Sólo me parecío un error la espuma de salmón.
4/29/2011 11:55 p. m.
"...un sacrilegio, una maniobra innecesaria para acabar destrozando un buen producto...". Esa frase Inés dice mucho y nada. Y permíteme que te diga que carece de reflexión alguna. Más bien es fruto de visceralidad y de la cegación del "por que sí". ¿Qué de malo hay en meter un buen salmón en un sifón? Puedo coger tu frase y aplicar mil ejemplos que demuestran tu equivocación. Ahí van algunos. ¿Se critica tanto mezclar unos buenos huevos con leche y azúcar para hacer flanes? ¿O batirlos para hacer tortilla? Porqué eso significa destrozar su estructura primaria, ¿no? ¿O se critica tanto cuando se hace un suflé de salmón? Nunca hubiéramos hecho vino, sin cometer el sacrilegio de pisar buenas uvas maduras y fermentar su mosto. Sacrilegio!!!!! Pecado!!!!!!. Por favor. Basta ya. Defended la moderación. He probado espumas soberbias que mejoraban lo presente, y auténticas mierdas. Pero igualmente he encontrado fantásticas patatas fritas y auténticas basuras fritas. ¿Prohibimos las frituras? Todo en su medida. "Demonizar" el sifón por vía sistemática es injusto. Critiquemos su abuso. O que no se meta buen salmón. ¿No creen?
5/01/2011 12:59 p. m.
Disculpen si me meto en la conversación. Yo soy un gran defensor del sifón. Simplemente comenté que no era una "brandada" como se anunciaba en la carta y que justamente hubiera preferido una textura menos etérea, donde se notara más el sabor del salmón.
Sacrilegio es coger un caviar y hacer con ello una mahonesa como lo he visto hace poco.
5/02/2011 10:16 p. m.
Exacto Philippe. Y también le doy la razón a nuestro comentarista anónimo. Todo cuanto se refiere al gusto tiene un gran componente visceral ( el estómago es una víscera), atávico, casi primitivo. Yo empiezo a echar de menos la simplicidad, la complejidad innecesaria me parece un ejercicio vacuo: cuando tengo unos huevos frescos, espléndidos, llenos de yema para untar, me los como fritos, sin más. Cuando son "menos buenos", los convierto en flan. Y esto no está exento de reflexión, simplemente no coincide con "sus reflexiones". ¿Sabe que me comentó una vez Ferrán Adrià en una entrevista realizada en diciembre del 2004? Que jamás tocaría un buen "pescaíto frito". ¿ No le parece que eso es fruto de una profunda reflexión acerca de cuándo debemos transformar un producto y cuándo es mejor respetar su simplicidad?
5/06/2011 1:30 p. m.
K decir, el artur un agarrao, almenos podria pagar a sus cocineros y no esconder la pasta.
1/20/2012 11:41 a. m.
Conociendo un poco Ártur, me extraña muchísimo lo que dices...
Igualmente este tipo de problema no se resuelve en un blog gastronómico.
1/20/2012 11:52 a. m.
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