CASA GERARDO. (Prendes. Asturias).
LA ALTA COCINA DE PRODUCTO DE MARCOS MORAN.
MODERNIDAD Y RESPETO A LA TRADICIÓN.
La parte "nueva" del restaurante. Como una metáfora de la cocina de Marcos. Lo Nuevo mantiene el alma de lo de antes.


Marcos Morán lo va explicando en todos los congresos. Cuenta la dificultad que tiene por realizar una auténtica cocina de vanguardia “a la asturiana”. Él sabe más que nadie, por la amistad que le une a Quique Dacosta, lo complicado que es llevar esta propuesta hasta sus últimas consecuencias. Construir un taller de creatividad, enfrentarse a veces al gusto del público por ir a contracorriente o exponerse a la tiranía de la permanente búsqueda de la novedad con la amenazante espada de Damocles de la crítica, siempre dispuesta a dejar caer su sentencia, son el precio que hay que pagar por entrar en esta competición.
La postura de Marcos ha sido por consiguiente, la de seguir el camino de la prudencia. Con más motivo en su situación de “heredero” de una casa de comida tan anclada en la historia gastronómica de Asturias. Aquí no se podía hacer una revolución sino una comedida evolución. Pedro Morán, el padre, sabe más que nadie lo que cuesta levantar y mantener en la cumbre una casa como ésta.
El cambio necesario, la evolución culinaria ineluctable tenían que transcurrir pasito a pasito, produciendo nuevas ideas pero manteniendo lo esencial del patrimonio de la casa.
Es la impresión que he tenido en esta última visita a Casa Gerardo, casi diez años después de mi anterior visita, cuando Marcos justo empezaba a hacer sus pinitos en la vía de la modernidad.
Porque de esto se trata justamente. De la modernidad y de sus diferentes caras. La “vanguardia” no es la única vía posible para alcanzar una cocina moderna. Puede que sea la más llamativa, la más evidente, la más dificultosa tal vez pero no puede ser el único modelo disponible.
La cocina de Casa Gerardo añade una nueva dimensión a la atávica “cocina de producto” asturiana. La coloca en la órbita de la “modernidad” no por sus combinaciones gustativas arriesgadas (aunque tampoco son banales…), mucho menos por alardes técnicos sorpresivos o lúdicos. No. Simplemente desde la austera desnudez del producto y las simples “caricias” de unas livianas condimentaciones, la cocina de Casa Gerardo enarbola, gracias a unas cocciones espectaculares de los pescados, el estandarte de una Alta Cocina esencial.
Ésta ha sido sin duda la vía más razonable. La que conectaba mejor con los gustos de esta clientela asturiana, poco proclive, por lo que me han contando estos días, a las aventuras culinarias.
El cliente más asustadizo podrá seguir disfrutando del bogavante del Cantábrico con vinagreta de tomate , de la Cigala , pasta y berza asturiana o del Cochinillo rustido con crema de fabas estofadas.
El comensal algo más inquieto se tendrá que atrever con el Gran Menú Degustación compuesto de unos quince servicios, repleto de productos del mar y con el precio relativamente irrisorio de 80 €.
Sólo una cosa es segura. Todos los comensales que elijan uno de los tres menús degustación, no podrán escaparse de la aclamada Fabada ni de la imprescindible Crema de arroz con leche de la Casa.
La postura de Marcos ha sido por consiguiente, la de seguir el camino de la prudencia. Con más motivo en su situación de “heredero” de una casa de comida tan anclada en la historia gastronómica de Asturias. Aquí no se podía hacer una revolución sino una comedida evolución. Pedro Morán, el padre, sabe más que nadie lo que cuesta levantar y mantener en la cumbre una casa como ésta.
El cambio necesario, la evolución culinaria ineluctable tenían que transcurrir pasito a pasito, produciendo nuevas ideas pero manteniendo lo esencial del patrimonio de la casa.
Es la impresión que he tenido en esta última visita a Casa Gerardo, casi diez años después de mi anterior visita, cuando Marcos justo empezaba a hacer sus pinitos en la vía de la modernidad.
Porque de esto se trata justamente. De la modernidad y de sus diferentes caras. La “vanguardia” no es la única vía posible para alcanzar una cocina moderna. Puede que sea la más llamativa, la más evidente, la más dificultosa tal vez pero no puede ser el único modelo disponible.
La cocina de Casa Gerardo añade una nueva dimensión a la atávica “cocina de producto” asturiana. La coloca en la órbita de la “modernidad” no por sus combinaciones gustativas arriesgadas (aunque tampoco son banales…), mucho menos por alardes técnicos sorpresivos o lúdicos. No. Simplemente desde la austera desnudez del producto y las simples “caricias” de unas livianas condimentaciones, la cocina de Casa Gerardo enarbola, gracias a unas cocciones espectaculares de los pescados, el estandarte de una Alta Cocina esencial.
Ésta ha sido sin duda la vía más razonable. La que conectaba mejor con los gustos de esta clientela asturiana, poco proclive, por lo que me han contando estos días, a las aventuras culinarias.
El cliente más asustadizo podrá seguir disfrutando del bogavante del Cantábrico con vinagreta de tomate , de la Cigala , pasta y berza asturiana o del Cochinillo rustido con crema de fabas estofadas.
El comensal algo más inquieto se tendrá que atrever con el Gran Menú Degustación compuesto de unos quince servicios, repleto de productos del mar y con el precio relativamente irrisorio de 80 €.
Sólo una cosa es segura. Todos los comensales que elijan uno de los tres menús degustación, no podrán escaparse de la aclamada Fabada ni de la imprescindible Crema de arroz con leche de la Casa.
Postres como viene siendo habitual, algo más flojos que el resto del menú.
Menu Nuevos Tiempos. (7 platos). 45 €
Menú Tradición Actualizada. “Después de 125 años de historia…”. (7 platos).55 €
Nuestro Gran menú Degustación (15 “tapiplatos”). 80 €
CASA GERARDO
Pedro y Marcos Morán.
Carretera AS 19 (a 10 kms de Gijón)
Prendes.(Asturias).
Cerrado los lunes.
1 comentarios:
No podria estar més d'acord.
Restaurant amb tocs d'excel·lencia, però amb massa contrastos.
El bacallà, el pitjor: la maduixa no s'integraba en el plat, el caldo restava sabor a un bacallà que ja no era de la qualitat que es podria esperar, sols brillava la papada, fantàstica!
La coroqueta de fabada, la mandarina amb oli i xocolata i la crema d'arròs amb llet, el millor.
11/06/2009 12:53 p. m.
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